La leyenda cuenta el trágico día en que demonios y espíritus invadieron el viejo monasterio. Los monjes, tomados por sorpresa, lucharon valientemente, pero no fue suficiente para contener el ataque. Muchos perecieron y otros fueron hechos prisioneros.
La única esperanza era Sheng-Li, un joven aprendiz con un poder increíble. Le llamaban el Monje Yokai y dominaba la técnica del Espíritu Errante.
Con ella, podía proyectar su espíritu fuera de su cuerpo y, de este modo, entrar en el alma de sus enemigos para controlarlos a voluntad.
Dentro de una oscura celda, Shen-li meditaba y se repetía a sí mismo: El encierro es sólo para el cuerpo, nunca para el espíritu, CADA ENEMIGO ES UN ARMA.